terça-feira, 12 de julho de 2011

17 anos do Atentado a AMIA.

Matar sin que se note 

Un libro de lectura obligatoria

Sara Strassberg-Dayan

Sobre Matar sin que se note. El ataque de los ayatolás a la Argentina, el encubrimiento del caso AMIA y el fiscal, de Gustavo D. Perednik (Editorial Planeta, 2009, 326 páginas)

Gustavo D. Perednik, Matar sin que se note, Planeta, Buenos Aires 2009En un estilo que combina la investigación histórica minuciosa con un tratamiento literario libre, Gustavo Perednik da cuenta, a través de una interpretación filosófica, no sólo del atentado contra la AMIA y de sus perpetradores, sino también del proceso de encubrimiento que durante los diez primeros años impidió aclarar la verdad de los hechos y hacer justicia.

El atentado del 18 de julio de 1994 fue el más mortífero de la historia argentina. A lospocos días de cometido, comenzó a urdirse una red para ocultar a los culpables. La mendaz telaraña fue desbaratada gracias a la valentía y la testarudez de unos pocos.

Una mera casualidad empujó a un joven a hacerse cargo del juicio más intricado. De él trata el libro, y del cambio crucial ocurrido en la investigación en los últimos cinco años, desde la designación del Fiscal Alberto Nisman, que logró aclarar y presentar pruebas contundentes sobre la identidad de los responsables del atentado: los ayatolas de la República de Irán.

Ese cambio consiguió que la INTERPOL internacional diera orden de captura de los acusados –todos actualmente en Irán– a fin de que sean juzgados y castigados.

Además, la nueva investigación judicial logró que se procesara por complicidad en el encubrimiento a muchos funcionarios del gobierno y de la justicia argentina, así como a miembros de la dirigencia judía comunitaria.

El libro de Perednik demuestra que este atentado y su encubrimiento no fue producto de un "brote antisemita esporádico" –como algunos quisieron creer– sino la expresión de una colaboración sistemática entre la judeofobia local "de distintos colores" –léase: ultraderecha fascista y ultraizquierda reaccionaria– y el fundamentalismo islamista del gobierno de Irán en su lucha por destruir a la civilización occidental y a todos los "infieles".

Matar sin que se note, que ya ha sido presentado en varias ciudades de Argentina, Israel y Brasil, se atreve a plantear claramente todos estos temas. Debería ser de lectura obligatoria para todas las personas preocupadas por los procesos peligrosos por los que atraviesa actualmente la humanidad bajo la amenaza del fundamentalismo. Sobre todo, para aquellos que creemos en las buenas fuerzas humanas, ejemplificadas en el nuevo tratamiento del atentado, que ha puesto a la justicia argentina a la vanguardia de la lucha por los derechos humanos en el mundo.

En esta nueva novela de Perednik se desgrana la historia moderna de los argentinos y permite sacar a la luz una verdad indispensable, en un estilo que combina rigor y emoción, compromiso y ecuanimidad.

Al describir la nada fácil trayectoria del Fiscal Nisman, y cómo enfrentó factores tenebrosos, el libro de Perednik fortalece nuestra esperanza en un futuro mejor, y no sólo para la Argentina, cuando haya muchos como este fiscal honesto, y como quienes lo apoyaron y apoyan. Movidos por la simple fe en la verdad y en la justicia, dan un ejemplo de lucha en defensa de estos valores, sin miedo a nada ni a nadie.

Resumen del libro

El 18 de julio de 1994 se produjo el atentado más brutal de la historia argentina, y a los pocos días comenzó a urdirse una red para ocultar a los culpables, que fue desbaratada con valentía y testarudez.

Esta nueva novela de Perednik tiene como epicentro el desmantelamiento de esa red. Un estilo que combina rigor y emoción, compromiso y objetividad, y que permite sacar a luz la verdad indispensable. La Argentina, a la vanguardia mundial en la lucha jurídica contra el terrorismo, logra colocar a los terroristas iraníes en las listas rojas de Interpol, con la aprobación del mundo entero.

El relato incluye el marco familiar del inmolado, su trayecto del Líbano a Buenos Aires, y el testimonio de centenares de testigos que abrieron una Caja de Pandora para sorpresa de los argentinos.Sus escenarios incluyen la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde un estudiante chino se suma a la evaluación de los hechos, y la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, y diversas instituciones judías.

Las tres partes del subtítulo de este libro sintetizan sus tres ejes: la violencia del gobierno iraní, en el contexto de lo que el autor denomina “la Tercera Guerra Mundial”; las dos causas jurídicas en torno del atentado (AMIA 1 de un juez venal, y AMIA 2 a partir del quiebre del encubrimiento); y la biografía del fiscal Alberto Nisman, su involucramiento y su crecimiento personal.

Para combinar los tres aspectos, Perednik ha creado una novela histórica en la que los protagonistas son abogados cómplices, madres de niños muertos convertidas en adalides de la justicia, jefes de gobierno argentinos, israelíes e iraníes, y funcionarios encumbrados que se cayeron en trampas y engaño.

Se desgrana la agresión iraní desde la revolución islamista de 1979 hasta su infiltración en varios países, la Argentina desde 1983. Sólo en nuestro país la red fue desbaratada, gracias a la investigación impulsada por los atentados, y la Argentina se colocó a la vanguardia de la lucha legal contra el terror.

A lo largo de sus 32 capítulos se insertan notas tituladas “Diccionario de la Derrota”, que explican con ironía cómo se impone el fanatismo islamista.

Sobre el protagonista, Alberto Nisman, Perednik habla desde la amistad. Los intensos diálogos se adivinan como fuente esencial de información para este trabajo. No sería exagerado definir a “Matar sin que se note” como una novelización del dictamen de Nisman y de su trabajo a cargo de la UFI (la Unidad Fiscal de Investigación del Caso AMIA), un equipo de cuarenta profesionales que durante un lustro trabajaron por la verdad.

Con sostenido suspenso, el libro se detiene en la dimensión humana del niño Sebastián Barreiros y de otras víctimas, y recorre circunstancias hasta aquí desconocidas: cómo se descubrió al inmolado Ibrahim Berro, cómo se descifró lo ocurrido en la fatídica reunión de Mashad en la que se decidió atacar la AMIA, y cómo se logró incluir a los asesinos en las listas rojas de Interpol.

Los nombres propios de todos los protagonistas (condensados en el índice onomástico del final) dan al libro una aureola que no lo librará de la polémica.

Indice del libro

Primera parte: Fiscal del Estado, 1994-2005
1. La ducha por la vida
2. Encrucijada
3. Niños, corran
4. Fiscal de tragedias
5. Eureka, motor y Erebo
6. Duplicación de autos y de versiones
7. Espaldas remolonas
8. A inventar una historia verdadera
9. Algún puestito de héroes
10. La toma de Comodoro Py
11. Con abucheos se hace historia
12. Colorado el 3
13. Al fútbol se juega de mañana
14. La dictadura de las pruebas
15. La mejor defensa
16. Los establos de Nisman

Segunda parte: Terapia primal, 1983-1994
1. Las oportunidades de Rabbani
2. El segundo Israel
3. El manual de Dorgam
4. Sacro contubernio
5. Veintiséis segundos al teléfono
6. Ibrahimcito te queremos
7. El cliente tiene razón
8. Claudio poné play
9. La foto invicta
10. Interludio lógico
11. ¿Y si no hubo Trafic?
12. La paz y sus portavoces
13. Nada de fotos
14. El vuelo de las gaviotas
15. Interludio psicopolítico
16. Lágrima

“Ajitofel”

Filosofía y suicidio

Gustavo D. Perednik

 

El 20 de junio se cumple una década del fallecimiento de Émile Cioran, uno de los «filósofos del suicidio» a los que se refiere Gustavo Perednik en este artículo. También se cumple una década del suicidio del filósofo post-modernista Giles Deleuze. Perednik es autor de una novela filosófica sobre el suicidio, Ajitofel (Buenos Aires 1988), que recibió el Premio Internacional Fernando Jeno de México

Las estadísticas indican que varias decenas de personas se habrán suicidado en el tiempo en que mis lectores concluyan este artículo (sin superposición entre los dos grupos). Por día se suicidan unas mil personas y se estima que diez veces más lo intentan. Cuando la explicación de este fenómeno se aborda desde la sociología o la psicología, en general se impone el análisis suicidológico con su intención de prevenir y evitar el suicidio. La filosofía no: por su naturaleza está exenta de del propósito que guía a sus pares; cuando la filosofía explora el suicidio no sólo se abstiene de «reafirmar la vida» sino que suele abatirse en una apología de la autodestrucción.

Uno de los apólogos más vehementes fue Émile Michel Cioran (1911-1995), cuyo décimo aniversario este mes es propicio para rastrear sus lóbregos maestros y fuentes de inspiración.

Empecemos por sociología y psicología. Dos notables judíos han construido, en base del suicidio, sendas escuelas de pensamiento: Émile Durkheim y Viktor Frankl. El primero, frecuentemente considerado el padre de la sociología como ciencia, en su tratado El suicidio (1897) explicó el fenómeno como el resultado de la falta de integración del individuo en la sociedad.

A partir de categorizar a los distintos estratos sociales en base del grado de asiduidad con el que practican el suicidio, primero encontró la correlación entre éste y otro tipo de conductas, y luego se ocupó de los fundamentos de la estabilidad social, que incluyen los valores comunes de una sociedad como la moralidad y la religión. Durkheim, que nació en el seno de una familia de linaje rabínico, entendía a la religión como expresión de la conciencia colectiva que mantenía al orden social. Un quiebre de dichos valores llevaba en su visión a la pérdida de estabilidad social y a sentimientos individuales de ansiedad e insatisfacción.

En cuanto a Viktor Frankl (1905-1997), éste creó la tercera de las llamadas «escuelas vienesas de psicoterapia», la logoterapia, en base de su reclusión en Auschwitz durante los tres últimos años de la Segunda Guerra. Procuró allí identificar qué fuerza mantenía el deseo de vivir en las víctimas de los campos de la muerte. Su libro El hombre en busca de sentido (1962) fue traducido a más de veinte idiomas y elaboró la pregunta clave que da inicio a su terapia: «en una situación tan desdichada, ¿por qué no se suicida usted?».

Hubo otro judío notable, coetáneo de Durkheim, quien expusiera una idea similar a la que ulteriormente inspiró a Frankl y su escuela de «análisis existencial». Se trata de Teodoro Herzl, padre del sionismo político moderno, de quien su principal biógrafo sostiene que un par de artículos sintetizan su filosofía: El Hotel a la anilina y Solón en Lidia. El último constituye una apología del trabajo; el primero (1896) es una memoria de la génesis de su ideal sionista en la que se arguye contra el suicidio: «Huir de la vida no es recurso. La desesperación es un precioso material con el que pueden elaborarse los mejores productos, tales como el autorrenunciamiento, la purificación del carácter y la disposición al sacrificio... Cuando vuelvo la mirada al pasado, se me ocurre que todos los hombres grandes y famosos de la historia se hallaron en tal o cual momento de su vida al borde del abismo, pero se retiraron de él de tal manera que su desesperación fruteciera».

Hay cuatro judíos adicionales que sobrevivieron al Holocausto, y cuyas desoladoras experiencias los acompañaron durante toda la vida. Supieron sublimarlas en creatividad, pero terminaron sucumbiendo al suicidio. Son ellos el ensayista Primo Levi (1917-1987), el novelista Jerzy Kosinski (1933-1991), el psicólogo Bruno Bettelheim (1903-1990), y el filósofo Jean Améry (1912-1978).

El mentado libro de Víctor Frankl se divide en tres partes, que reflejan las fases por las que pasaban los prisioneros (la adaptación al campo, la concentración en la supervivencia, y la liberación). La última fase conlleva una gran decepción, porque la libertad tan ansiada no llega a ser satisfactoria, debido entre otros motivos a la falta de comprensión y empatía que recibe el liberado por parte de quienes no habían sufrido el infierno en los campos.

Así surge del final de la primera novela de Imre Kerstész, Sin destino (1975): a pesar del martirio sin parangón de los sobrevivientes de los campos, solían recibir de sus interlocutores un tibio «nosotros también sufrimos».

Compañero de Kertesz y de Frankl en Auschwitz, Jean Améry no consiguió extraer de la supervivencia ninguna conclusión, salvo la sinrazón de la vida. Elocuentemente en su lápida se ha grabado el lacónico número con el que los nazis suplantaron su identidad. La única novela de Améry, Lefeu o La Demolición (1974) es una metáfora de la resistencia a aceptar la vida como si el horror no hubiera existido; su ensayo Levantar la mano sobre uno mismo (1976) es una apología filosófica del suicidio, escrita dos años antes de que Améry en efecto se envenenara. Este es el eje de nuestro artículo.

El Bilanz-Selbsmord

Suicidios hay muchos, en su mayoría consecuencia de la impulsividad o la depresión. Otros tienen como objeto llamar la atención sobre una determinada causa, como el feminismo (Emily Davison en 1913), el trotskismo (Adolf A.Joffe en 1927) o el antinazismo (Petra Kelly y su compañero Gert Bastian en 1992).

Pocos suicidios empero resultan de un plan premeditado que responde a una ideología adversa a existir. El psicólogo James Hillman lo explica en El suicidio y el alma (1964) al concebir el impulso de muerte no como un movimiento contrario, sino como una demanda de encuentro con una realidad absoluta, una exigencia de una vida más plena a través de la experiencia de la muerte. (Hillman fundó la llamada «psicología arquetípica», según la cual principio rector de la vida diaria es el poder).

El psiquiatra alemán Alfred Hoche acuñó en 1919 el término para definir esta categoría: Bilanz-Selbsmord, suicidio equilibrado.

Tiene raíces tanto en la antigua Grecia como en las religiones orientales. En la primera, fueron portavoces el fundador de la escuela cínica Antístenes y el del estoicismo, Zenón de Citio, quien inclinó la balanza cuando tropezó y se rompió un dedo: para qué uno debe seguir viviendo con alguna molestia, por más pequeña y pasajera que sea, cuando la vida y muerte son indistintas para el hombre inteligente. Heguesías el cirenaico fue apodado «abogado de la muerte» por predicar el suicidio ante audiencias que terminaban por cometerlo, hasta que el rey Ptolomeo lo prohibió para restablecer el orden.

En varios clásicos asoma una defensa del suicidio, como el Fedón de Platón, el Enquiridión de Epícteto y poemas de Lucrecio.

Entre las orientales, la religión jainista –que rechaza todo afecto– promueve el suicidio ascético por hambre, practicado por «arhats» o seres espirituales perfectos como Vakkali o Godbika. Los saivas tenían un templo en Vindhyavasini, en donde frente a la imagen de Bhavani, la forma de la plegaria era cortarse la garganta hasta morir. Los pandavas en el Himalaya usaban el método de peregrinar sin pausa hasta morir exhaustos.

En la modernidad, un tratado pionero es el Biathanatos (1630), obra póstuma de John Donne de la que Hugh Fausset ha sugerido que el autor de esas doscientas páginas planeaba coronarlas con su suicidio. Así lo explica Jorge Luis Borges, para quien el motivo oculto del Biathanatos fue indicar que Jesús se suicidó.

El suicidio fue para Albert Camus (1913-1960) el único problema filosófico verdaderamente serio. El primer ensayo de El mito de Sísifo, titulado Lo absurdo y el suicidio abre con el caso de Peregrinus Proteus que, según el relato de Luciano, en el año 165 se inmoló en los juegos olímpicos de Atenas.

Para Camus, el hombre llama al mundo para darle sentido, pero su llamada choca contra un sentimiento irracional que tienta al suicidio: «Juzgar si la vida vale la pena ser vivida o no, es responder la principal pregunta de la filosofía... Si uno no se mata, debe permanecer silencioso frente a la vida».

Borges publicó en el diario La Nación de Buenos Aires (27-3-83) un relato titulado Agosto 25, 1983, en que vaticina su suicidio para esa fecha exacta, y del que declaró no haberlo cumplido «Por cobardía».

Sí cumplió el pintor Maurycy Gottlieb, quien se suicidó a los 23 años en 1879 dejando un cuadro que incluye la dedicatoria «en recuerdo del honrado maestro Maurycy Gottlieb, de bendita memoria, 1878».

Cuando en 1988 el filósofo francés Giles Deleuze preparó una serie televisiva de seis horas, puso como condición que se emitiera después de su muerte –se suicidó el 4-11-95– y Foucault lo consideró «la única mente filosófica de Francia».

La lógica del sentido de Deleuze invita en una treintena de «paradojas arbitrarias» a «acribillar la razón... regresar a una prerracional... seguir la ley de no obedecer la ley». Para Deleuze la historia es «una aventura de la Esquize», y sólo «la perversidad y la locura conscientes muestran a los sistemas filosóficos como juegos de superficies y profundidades». Enemigo de toda aspiración a la profundidad, Deleuze destaca la primacía de la superficie y el dominio de lo oral por sobre lo escrito. Veía en su filosofía fragmentaria un arma para destruir la filosofía, la cultura y el psicoanálisis.

Pero por sobre todos los mentados hay tres singulares filósofos del siglo XIX que, antes de consumarlo, hicieron del suicidio el foco de su obra: Philip Mainländer (1841-1876), Carlo Michelstaedter (1887-1910) y Otto Weininger (1880-1903). Los dos últimos eran de origen judío y se suicidaron a los 23 años de edad. Weininger, misógino y judeófobo a ultranza, se habría eliminado precisamente para desembarazarse de su prosapia judía.

El máximo contemporáneo, y el gran inspirador

Philipp Mainländer (seudónimo de Philipp Batz, a quien Borges rescató del olvido) escribió La filosofía de la Redención, publicada el 1 de agosto de 1876, un día antes de que el autor se pegara un tiro. Según este tratado la verdadera liberación radica en el suicidio. La conciencia advierte, a través de los tráfagos de la vida, que la no existencia es mejor que la existencia, y este conocimiento, que lleva a que el hombre se niegue a perpetuarse y tienda a autoaniquilarse, consuma finalmente el gran ciclo de la redención del ser: todos somos fragmentos de un Dios, que en el Big Bang del principio de los tiempos, se destruyó, ávido de no ser. La historia universal es la oscura agonía de esos fragmentos y la destrucción del mundo tendría como objetivo resucitar a Dios.

Carlo Michelstaedter elaboró un pensamiento filosófico poético en Dialogo della Salute (1912), según el cual la vida aspira siempre a algo distinto de sí, y al no conseguirlo, experimenta una raigal desilusión, que es a su vez fuente de impulsos que trascienden la propia existencia hacia un absoluto.

La irracionalidad del vivir y la desilusión del fracaso dan origen a creaciones, a racionalizar ilusiones que eventualmente llegan a tener una existencia y valor propios. En cierta medida, Michelstaedter anticipó ideas de Heidegger y del existencialismo, así como el «sentimiento trágico de la vida» de Unamuno.

Al tercero de los anunciados, Otto Weininger, Francisco Romero lo ha llamado «uno de los más extraños casos de la filosofía contemporánea». Weininger pasó de estudios literarios y filológicos a las matemáticas y ciencias naturales. Empiriocriticista, se sumó a un grupo que estudiaba la Crítica de la Experiencia Pura (1890) de Richard Avenarius. Dominó el francés, inglés, italiano; supo español y noruego. Su obra Sexo y Carácter (1903) tuvo ya para 1923 una vigésimoquinta edición de 600 páginas (130 de ellas son notas y complementos) y había sido traducida a seis idiomas. Escribieron sus biografías Emil Lucka (1905) y Georg Klaren (1924). El israelí Yehoshua Sobol comenzó su carrera de dramaturgo en 1983 con una teatralización de la última noche de Weininger, quien murió apenas a los veintitrés años.

El gran sintetizador de la tanatofilia en la segunda mitad del siglo pasado fue Émile Michel Cioran (1911-1995), filósofo francés nacido en Rumania, para quien el ser humano es incapaz de crear ideas libres, y la bondad y la verdad son cabalmente imposibles. Obras suyas son Breviario de podredumbre (1949), La tentación de existir (1956), Del inconveniente de haber nacido (1973), y Desgarradura (1979). Para Cioran

«una de las mayores ilusiones es olvidar que la vida se halla cautiva de la muerte... Siendo la muerte inmanente a la vida, ¿por qué la conciencia de la muerte hace imposible el hecho de vivir? La existencia del hombre normal no es turbada por ella... porque para esa clase de seres humanos normales sólo existe la agonía última, y no la agonía duradera, inseparable de las primicias de lo vital. Profundamente, cada paso en la vida es un paso en la muerte, y el recuerdo una evocación de la nada. Desprovisto de sentido metafísico, el hombre ordinario no es consciente de la entrada progresiva en la muerte... Cuando la conciencia se ha desapegado de la vida, la revelación de la muerte es tan intensa que destruye toda ingenuidad, todo arrebato de alegría y toda voluptuosidad natural. Hay una perversión, una degradación inigualada en la conciencia de la muerte. La cándida poesía de la vida y sus encantos parecen entonces vacíos de todo contenido, al igual que las tesis finalistas y las ilusiones teológicas. Quienes pretenden que el miedo a la muerte no tiene ninguna justificación profunda en la medida en que la muerte no puede coexistir con el yo (dado que éste desaparece al mismo tiempo que el individuo) olvidan el extraño fenómeno que es la agonía progresiva...
Toda tentativa de considerar los problemas existenciales desde el punto de vista lógico está condenada al fracaso. Los filósofos son demasiado orgullosos para confesar su miedo a la muerte... Estar persuadido de no poder escapar a un destino amargo, hallarse sometido a la fatalidad, tener la certeza de que el tiempo se ensañará siempre en actualizar el trágico proceso de la destrucción, son expresiones de lo Implacable. ¿No constituiría la nada en ese caso la salvación? Pero ¿qué salvación puede haber en el vacío? Siendo casi imposible en la existencia ¿cómo podría realizarse la salvación fuera de ella? Y puesto que no hay salvación ni en la existencia ni en la nada, ¡que revienten entonces este mundo y sus leyes eternas!»

La extremación del nihilismo que hemos intentado desgranar tiene un gran inspirador: Arthur Schopenhauer (1788-1860) quien convirtió la «la cosa en sí» kantiana en una voluntad ciega, radicalmente opuesta a la inteligencia. Todo está animado por el esfuerzo universal de la Voluntad, que el intelecto transforma en un mundo de ideas y conceptos. El hombre se debate a un conjuro de ciegos impulsos y está destinado a luchar sin jamás hallar satisfacción legítima, ya que la vida, para Schopenhauer, alterna entre dos estados: la frustración y el tedio. La satisfacción es siempre negativa –la liberación del dolor.

Según Schopenhauer, la filosofía debe liberar al hombre de la servidumbre de la voluntad, su última meta consiste en la completa extinción de la misma. Y la única razón válida que podría esgrimirse contra el suicidio es que reemplaza un mundo miserable por otro aparente.

Su pesimismo fue el más radical y el que más influyó en artistas y filósofos como los referidos, quienes a lo largo de los siglos XIX y XX fueron ganados por la desilusión del progreso y sólo vieron el aspecto sombrío de la existencia.

domingo, 10 de abril de 2011

A Jerusalém Celestial e Terrenal

OS JUDEUS E JERUSALÉM

Dr.Gustavo D. Perednik

(artigo publicado em agosto de 2001)

Ierushalaim festejo

Se Jerusalém é sagrada para três religiões, pensa consigo mesmo o Sr. Confuso, porque ela deve ser governada pelo judaísmo? Parece estar com a razão o Sr. Confuso. Parece. A verdade é que o judaísmo não deve governar e, de fato, não a governa. Não é o Rabinato nem a Chevra Kadishá que administram a cidade; É o Estado do Povo Judeu. O clamor judaico para com Jerusalém não é religioso: é nacional.

Para essa questão, o Senhor. Confuso encontrará resposta de forma mais direta, caso reformule a sua indagação dessa forma: “se o povo judeu não é o único que exige Jerusalém, por que lhe assiste o direito de exclusividade sobre a cidade? Assim, podemos começar a entender a questão.

Há quase três mil anos o Profeta Isaías criou a parábola de uma “Jerusalém dos céus”, cidade que a tradição judaica acabou conferindo-lhe dois papéis: de se colocar antes de tudo já existente e que, ao fim da história, fará unir a toda a humanidade. O Cristianismo, que nela reconhece o seu berço, se concentrou nesse arquétipo.

A cidade foi uma fonte de inspiração durante toda a Idade Média. Na França, canções de feitos heróicos. Além da Canção de Rolando, o Ciclo de Carlos Magno é um conjunto de poemas medievais franceses que inclui a Peregrinação de Carlos Magno a Jerusalém.

Na Inglaterra, poemas épicos. Nos vinte e quatro contos que constituem a coleção dos Canterbury, de Geoffrey Chaucer, o prólogo introduz as trinta personagens da taberna de Sothwark. Entre elas, o pároco transformava a peregrinação primaveril ao túmulo de Thomas Beckeet numa viagem espiritual a Jerusalém.

No Renascimento italiano, epopéias como Jerusalem Liberata, de Torcuato Tasso, uma narrativa romanceada da Primeira Cruzada que eleva os portadores do ideal religioso, sempre sintetizado em Jerusalém.

A cidade nunca conseguiu se desvencilhar dessa auréola de santidade. Quando François de Chateaubrinad, um dos primeiros românticos franceses, mostra seu fascínio pelo exótico, o faz num Itinerário de Paris a Jerusalém. O hino nacional religioso da Grã Bretanha tem por título Jerusalém, e é um dos quartetos mais bíblicos e comovedores de William Blake. Assim escreveu o poeta e assim cantam os britânicos até hoje em dia: “Não descansarei em pensar na minha luta/ nem dormirá minha espada na minha mão/ até que tenha erguido Jerusalém/ na verde e agradável terra inglesa”.

Tantos versos e epopéias acabaram por distorcer a compreensão da Jerusalém real. Especialmente depois da hiperespiritualização com que a consagrou o cristianismo, virtualmente, se universalizou com o Islã. Quando a gente fala de Jerusalém, dirige os olhos aos céus e poucas vezes se pensa na polis real.

A América Latina não ficou alheia a essa idealização. Mais de uma década antes de Torquato Tasso, ficou conhecida a mais antiga poesia escrita no Rio da Prata: o Romance Elegíaco, de Luis de Miranda Villafaña, clérigo da expedição de Pedro Mendoza. Um trecho das estrofes compara a fome de que padeceu Buenos Aires, em 1537, quando foi sitiada pelos índios querandis, com o sítio de Jerusalém nas mãos de Tito, o Imperador romano: “E chegou a costa a tanto/ que, como Jerusalém/ a carne do homem também/ comeram”. Esses versos rudimentares são o primeiro documento da conquista do Rio da Prata e mostram que até mesmo nas letras hispano-americanas, o heroísmo, ou o direito, se hierosolomitaram.

Para a América latina, contudo, a idealização não impediu um contato mais realista com a cidade e com os exclusivos direitos nacionais (não religiosos) que detém o povo judeu. Dos treze países que tinham sua embaixada em Jerusalém, até fins de 1980, doze eram latino-americanos. Igualmente latino-americanas foram as duas embaixadas que se estabeleceram em Jerusalém quando, em 2000, Iraque e Arábia Saldita encabeçaram a exitosa campanha para que fossem retiradas as representações diplomáticas de Jerusalém.

Nisso também Israel é especial, pois é o único país soberano, dos quase duzentos que existem, ao qual se questiona o direito de decidir a sede de sua capital. Na maioria dos mapas se indica Tel Aviv como capital de Israel.

PAÍS RENASCIDO OU PAÍS NOVO

O motivo dessa insistência é complexo. Se Tel Aviv é a capital de Israel, estamos diante de um país moderno, novo, aceito, um Estado com o qual se poderia conviver em paz. Mas quando se aceita Jerusalém como capital israelense, se admite, implicitamente, que aqui não há novidade, mas um Estado renascido. A mesma Jerusalém, que foi a capital dos judeus durante séculos, recuperou essa função. A reivindicação de Jerusalém como nossa capital exclusiva fortalece a legitimidade do Estado Judeu renascido na pátria ancestral. Não é preciso ser judeu nem israelense para nota-lo. O filósofo católico espanhol, Julián Marías, o expôs claramente em seu livro Israel, uma ressurreição: sem Jerusalém como capital, Israel perde o “sentido histórico”.

Outra das causas de tanta espiritualização ambígua é a antiguidade da cidade. É lógico e natural que se envolva em auréolas metafísicas a uma urbe que remonta ao passado mais remoto, já mencionada nas famosas epístolas de Tel-el-Amarna (século XIV AC) e ainda em documentos egípcios de meio milênio antes. Depois de tudo, é uma cidade onde ocorreram eventos de transcendência indiscutível, que os Salmos elevam até o mais sublime e que a Bíblia a menciona mais de setecentas vezes, desde o próprio Livro de Gênesis. (Cabe recordar que, pelo contrário, o Alcorão não se refere a Jerusalém nem uma vez).

Quando focalizamos a história na idade contemporânea, observamos que os judeus sempre foram um grupo majoritário na cidade há mais de século e meio, e que ela nunca foi capital (nem de estado ou província) sob quaisquer impérios, incluído o do Iislã. O breve controle árabe da cidade significou destruição e atraso e, de sua parte, a recuperação judaica foi a única que garantiu liberdade de culto e proteção aos lugares santos de todos os credos, ale de um crescimento sustentado e visível. (N.T. a breve controle o autor se refere ao período de 1948 a 1967)

A aspiração israelita sempre se diferenciou porque o retorno era concebido, também, para a Jerusalém terrena. Os caraítas, que regressaram há mil anos, outorgaram aos retornantes o título honorífico de “Jerusalém”. Para aqui regressou Iehuda Halevi, no século XII e Maimônides, no século XIII e os Chassidei Askenazim e Ovadia de Bertinoro, no século XV. E logo veio a imigração de Chazan Sion, que cchegou em 1722 e as várias ondas de chassidim, e os alunos do Gaon de Vilna e finalmente os biluim, e as imigrações modernas que reconstruíram o Estado Judeu. Todos a Jerusalém, não para sonhar, mas para cumprir com seus sonhos.

Por isso foi tão importante celebrar, há um lustro, os três mil anos da cidade. Colocava-se em relevo que o Rei David proclamou a cidade como a capital de Israel, um dado histórico que precisa ser explicitado, a fim de atenuar os aspectos metafísicos e teológicos da cidade.

Falamos que a diferença entre a idealização de Jerusalém, que nasce no judaísmo, por um lado, e a que herda o resto da humanidade, por outro, é que no caso judeu a cidade espiritual se completa com a reconstrução da mesma. A ela se dirigem os judeus, onde quer que estejam, em suas rezas três vezes por dia, pedindo a Deus “para que possam regressar à Sua cidade... que a reconstrua em nossos dias.. que nossos olhos possam contemplar esse retorno”.

O falecido poeta israelense, Iehuda Amichai, no seu poema Turitas, mostrou a permanente dicotomia das duas “Jerusaléns” e a opção judaica pela terrena. Amichai descreve a si mesmo carregando duas sacolas de mercado. Um guia turístico indica-o com o dedo e explica ao seu grupo de turistas: “um pouco a direita daquele homem com as sacolas se encontra um arco da época romana”. Amichai raciocina: “a redenção só virá quando lhes disserem: Estão vendo o arco da época romana? Não importa. Mas, mais abaixo, para a esquerda, está um homem sentado e que comprou frutas e verduras para a sua casa”.

O Sr. CONFUSO ENTENDERÁ

O mal-entendido do Senhor. Confuso reside em misturar duas questões. A Jerusalém celestial existe para todas as religiões que tomaram do judaísmo a sua santidade e todas, sem exceção, têm liberdade de culto desde a sua reunificação. Mas isso não contradiz o fato de que a polis tem um só dono nacional, e esse é Israel. O controle hebreu sobre a totalidade de Jerusalém tem sido a garantia, não só de uma soberania fundada no direito histórico, mas também da liberdade que o sionismo oferece a todos os habitantes, sem distinção de religião e origem.

Além de um passado tão rico, envolto em mistério, a desinformação sobre a cidade tem uma causa adicional e, provavelmente, a principal. É a peçonha que difundem os inimigos de Israel, confundindo história e religiões. O professor Iassir Mallach, da Universidade de Belém, declara que o Patriarca Abraham não só foi muçulmano, mas que foi um Imã da nação árabe”. A Terra prometida da Bíblia, explica o erudito, é a Grande Síria. Foi prometida ao povo judeu sob condição de que seguissem os ensinamentos mosaicos, mas a promessa foi revogada com a chegada do Maomé.

Um fenômeno marginal do fundamentalismo? Que seja. Os mesmos absurdos se apresentam quotidianamente nos meios de comunicação. Quando a cadeia de Televisão ABC veiculou um programa inteiro dedicado a Jerusalém, disse Dean Reynolds na tela: “... para obter as negociações de paz, se pede aos palestinos que renunciem a seu sonho de fazer de Jerusalém a capital do Estado Palestino”. Sonho estranho, tendo em conta que em setecentos anos de governo árabe, quatrocentos de turco-muçulmano e dezenove jordaniano-palestino, Jerusalém nunca foi a capital de nada. Nem siquer uma só escola islâmica de importância foi jamais estabelecida aqui, nem visitou a cidade nenhum chefe de Estado árabe.

Reescrever a história de Jerusalém transcende os meios tradicionalmente hostis a Israel. A Encyclopedia Britannica, uma das mais prestigiosas do mundo, publicou que Jerusalém é uma cidade de peregrinação para os muçulmanos (falso) e que dirigem a ela para rezar (suas orações são dirigidas somente para Meca).

A confusão é o instrumento que o mundo emprega para “resolver”a questão de Jerusalém. Os grito para mudar o status da cidade se fizeram ouvir durante as três décadas e meia de liberdade, que não existia durante os períodos anteriores, quando o controle árabe destruiu mais de trinta sinagogas, arrasaram o Monte das Oliveiras e asfixiou o desenvolvimento da cidade.

Diante da confusão, devemos esclarecer aos homens de bem, perturbados pelo duplo valor de Jerusalém. Até o Sr. Confuso acabará por entender as razões. De um lado, há um caráter religioso sagrado, naturalmente compartilhado e, por outro, aparece o tema de sua soberania política nacional que, por direito milenar, é exclusivo do povo judeu. Este segundo valor é, justamente, a garantia do primeiro. Ou, nas palvaras de Rabi Iochanan, no Talmud: “D’us não entrará na Jerusalém celestial enquanto não entrar na Jerusalém terrena”.

quinta-feira, 7 de abril de 2011

A Ecologia e a Bíblia

A ECOLOGIA NAS

FONTES BIBLICAS E RABINICAS

Pelo Dr. Gustavo D. Perednik*

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Como em tantas outras coisas no Ocidente, os movimentos ecológicos bem poderiam apoiar todos seus predicamentos nas fontes judaicas. Da Gênese até o Keren Kayemet LeIsrael, a tradição judaica é um vivo testemunho de amor à natureza e um chamado eterno a "cuidar o jardim".

Atenas e Jerusalém podem entender-se como duas culturas contrapostas de cuja síntese se conformou nossa civilização. Faz dois milênios e médio, escutavam-se na Grécia e no Israel caminhos explicações a respeito dos fundamentos do cosmos. Na primeira, o orador e mago Empédocles do Agrigento difundia a tese - posteriormente desenvolvida pelo Aristóteles - de que o universo estava conformado por quatro elementos: ar, água, terra e fogo. Quase simultaneamente, os Levitas, depois da leitura do Livro da Lei, proclamavam na Judea versículos que formam parte da liturgia matinal e que evocam os mesmos motivos que o grego: "o Senhor criou os céus infinitos, a terra, os mares e tudo que eles contêm, o que é sustenido na vida por obra do Criador".

Em um caso privava o fortuito da existência; no outro, havia ante Quem prestar contas pelo criado.

A Gênese nos informa que o homem apareceu no sexto dia da Criação, quando o cenário para sua missão já tinha sido integralmente conformado. Nos dias prévios se criou a ecosfera, o setor essencialmente básico do sistema Homem-Natureza que, junto com os recursos minerais da Terra, é a parte para cuja criação não fez falta a intervenção humana. Suas propriedades fundamentais foram definidas muito antes do nascimento do homem e é intrinsecamente incapaz de crescimento ou expansão continuados. Por isso o homem nasce com uma responsabilidade frente a ecosfera, que vem evitando do tempo mais remoto.

CONHECER NOSSA CASA

Neste século estalou a consciência sobre o conflito que existe entre as atividades humanas e as limitações do meio ambiente. Frente ao contínuo ataque aos sistemas naturais que nos sustentam, das fontes judaicas emerge a mensagem ecológica que o judaísmo tem para oferecer.

Em hebreu bíblico a raiz dos verbos "conhecer" e "amar" é a mesma. Adão "conhece" a Eva quando se unem em amor carnal. A Toráh exige do homem para com a mulher "sheerá, kesutá, vê'onatá", lhe prover comida, vestido, e direito matrimonial. É notáveis que segundo essa ecologia são as três condições que requer todo ser vivo para sua sobrevivência, nessa mesma ordem: alimento, proteção e capacidade reprodutora. O conhecimento da Terra parece ser a primeira mitsváh da ecologia, tal como o conhecimento do cônjuge é primeiro da Bíblia.

A curiosidade bíblica tem no Salmo 104 (Versículos 10 ao 24) e um dos exemplos mais formosos do conhecimento do habitat natural dos animais e o ciclo de vida terrestre: “Ordenaste às fontes que alimentassem regatos, que estes corressem pelos vales entre as montanhas. Dão, assim de beber a todos os animais dos campos e satisfazem a sede de todos os silvestres. Perto deles habitam as do céu e, de entre os ramos das árvores, entoam seu canto, Regas as montanhas do alto de Tua morada e se farta a terra do fruto de tuas obras. Fazes crescer relva para o gado e plantas para uso do homem, para que da terra possa extrair seu pão, e também o vinho que alegra seu coração, bem como óleo que lhe faz reluzir o rosto. Fartam-se de seiva as árvores do Eterno, os cedros do Líbano por Ele plantados, onde os pássaros constroem seus ninhos e os ciprestes se abrigam as cegonhas. Os altos montes são refúgio para os cabritos, e as rochas para os coelhos. Para marcar as estações criaste a lua, e ao sol determinaste o tempo de seu ocaso. Estendes o manto da escuridão e faz-se a noite, quando despertam e vagueiam as feras da floresta. Os filhotes do leão rugem por sua presa, e buscam de D’us seu alimento. Quando nasce o sol, eles recolhem a seus covis. Sai o homem para seu trabalho e sua obra até a tarde. Quão imensa é a multiplicidade de Tuas obras!

O conhecimento do criado leva a admiração pelo Criador. Por isso os grandes professores talmúdicos admiravam o natural. Nas academias babilônicas da Sura e Pumbedita (ex babilônia hoje Irak, século III até VII) , Aba Arija e o Rabino Iehudáh ensinavam que o Criador "o bará davar echad lebatalá", fez tudo com algum propósito. Nesse contexto explicaram a existência da lesma, a mosca, o mosquito, a serpente e a aranha, em uma página talmúdica em que deste modo se mencionam costumes de muitos animais: leão, elefante, águia, baleia, cabra, ovelha, camelo, boi, lagosta, galinha, peixes, serpente e porco.

Outros rabinos que estudaram os processos do mundo animal, sugerem-nos como preservar às gazelas em seu habitat natural, ou ao homem em um estado de saúde (o tratado Taanit menciona uma peste que afetava a porcos, que por ter intestinos parecidos com os humanos podiam produzir contágios letais).

Entre os professores se destaca Shimon Ben Chalafta (Século. II) a quem estavam acostumados a chamar "experimentador de todas as coisas". Ao ler o provérbio bíblico de que o preguiçoso deveria aprender da formiga porque sabiamente prepara no verão seu alimento e recolhe sua comida durante a ceifa, Rabi Shimon Ben Chalafta decidiu certificar-se se atrás da mensagem moral, efetivamente essa previsão fórmica tem lugar, ou sim se tratava de uma mera metáfora do Rei Salomão (Shelomo).

A intimidade com o mundo natural é uma herança espiritual de nossos patriarcas e profetas, que eram pastores. Estavam acostumados a conduzir seus rebanhos longe das zonas cultivadas e suas migrações anuais entre o deserto da Judea e o vale do Jordão lhes permitiam monitorar a erosão dos arbustos daquelas regiões, que graças às chuvas proporcionavam alimento aos rebanhos. Os profetas expressavam a mensagem divina em imagens do deserto e do vale. Por exemplo assim exorta Jeremías aos Israelitas: "Até a cegonha no céu conhece seus tempos, e a tórtola, a grou e a andorinha guardam o tempo de sua vinda, mas Meu povo não conhece o julgamento do Eterno" (8:4-7).

Noga Hareuveni explica a imagem: o pastor, que contempla o vôo das aves em suas migrações anuais a climas benignos, vê que em maio a tórtola, os grous e as andorinhas voam da África a Europa cruzando Judea. Mas retornam à a África por uma rota distinta que não atravessa os céus do Israel, de modo que são vistas só uma vez por ano. O profeta-pastor o indica: "guardam o tempo de sua vinda", enquanto que da cegonha (que voa da África a Europa em abril e retorna em outubro por sobre o vale do Jordão) esclarece-se que "conhece seus tempos" em plural.

A HARMÔNIA DA ECOSFERA

A intimidade com a amada natureza descobre a harmonia que sustenta o universo criado. Na Gênese, cada parte da Criação se rubrica quando "vê Deus que é bom". A partir de ali, o ideal da ordem natural povoa nossas fontes. Quando Deus espeta ao Jô – Iov - (39:1) Contemplou você as cervas quando dão a luz?, o Talmud esclarece: "Ao agachar-se para parir as cabras monteses, sobem a uma montanha. Deste modo, a cria pode cair e morrer. Mas Deus tem lista uma águia para que a recolha em suas asas e a ponha diante da mãe. Se a águia chegasse um segundo antes ou depois, a cabrita morreria".

A percepção de uma natureza harmoniosa chega a sua cúspide na visão messiânica do Isaías: "habitará o lobo com o cordeiro, e o tigre se deitará com o cabrito; o bezerro, o filhote do leão e o porco andarão juntos, e um menino os conduzirá. Encher-se-á a Terra de conhecimento do Senhor".

Nesse ideal teleológico, o homem reconhece a inter-relação entre os distintos tipos de vida, e portanto, será consciente de que toda mudança que exerça artificialmente em um sistema natural, pode prejudicar esse sistema. Ante a exclamação do salmista de !!Quão grandes som Suas obras, Eterno!, o rabino Akiva comenta: "criaste seres grandiosos no mar e também os criaste nas terra. Se os aquáticos fossem postos sobre a terra, ou os terrestres no mar, morreriam". A premissa é não modificar o hábitat natural para evitar a extinção de espécies.

Em contraste, a tecnologia há procedido com uma soberba que transcende ideologias, e se desenvolveu sem ter em conta a capacidade limitada do capital biológico representado pelo ecossistema. O homem considerou os recursos naturais e a vida animal como uma herança da que pode dispor a seu desejo. Mas a repreensão bíblica é dupla: por um lado "encham a Terra e dominem" e, simultaneamente, "cuidar o jardim".

Para proteger nossa Terra devem proteger-se seus recursos. Quando faz quatro milênios o patriarca Abraham se separa de seu sobrinho Lot, justifica-o com "que a terra não é suficiente" para que a habitassem juntos. Em efeito, apascentar excessivo gado, especialmente ovino, pode esterilizar uma área fértil de pastoreio. Por isso Abraham e seus rebanhos tomam a direção oposta do Lot, para as serras do Hebrón, aonde o patriarca escolhe morar no Elonê Mamré (as Planícies de Mamré) e não sobre chãos cultivados.

Fiel à tradição judaica de amparo da natureza, o Estado do Israel criou em 1964 a Direção Nacional de Reservas Naturais. Quase trezentas reservas já foram demarcadas, cobrindo uma extensão de cento e sessenta mil hectares. As espécies protegidas nelas incluem vegetais como o carvalho e a palmeira, e animais como o leopardo, a gazela, íbex (cabra montês) e o abutre. Quanto aos animais, as fontes bíblicas são muito específicas em seu amparo. A comida inicial que Adão tinha ao seu dispor era de frutos e vegetais comestíveis. O Talmud, em uma clara apologia do vegetarianismo, interpreta que existia uma proibição de comer carne, que finalmente se permitiu na época do Noé, e só como transação.

O coração da mensagem ecologista é o amparo do bem comum, começando pelo planeta que compartilhamos, a casa que devemos manter poda: "cuidar o jardim". A terra é a matriz do homem: "dela provimos e a ela encaminhamos" (a voz "homem" em hebreu, "Adam" é da raiz "terra", "adamá"). Arón David Gordon levou essa idéia ao judaísmo contemporâneo, quando sustentou que o essencial do sionismo moderno consiste em fazer retornar ao povo judeu ao contato com a terra, à sociedade criadora que surge de lavrar o chão que nos deu.

A Bíblia provê leis ideais para o descanso da terra, como a "shemitá" ou ano sabático. Maimónides dedica muitas páginas de seu "Guia" à questão (3:31) e explica que a finalidade do ano de aro não se reduz a "a comiseração e liberalidade para os homens" mas também a "que a terra se torne mais fértil, fortalecendo-se pelo descanso".

Outro conceito vital de nossas fontes é o do Bal Tashjit, o veto talmúdico contra a dilapidação, que deriva da proibição bíblica de destruir árvores: "Quando sitiar uma cidade ao combater contra ela para conquistá-la, não destrua suas árvores com sua tocha, porque deles te alimenta. Não terá que acharão, porque a árvore do campo é como um homem. Só da árvore de que saiba que não é alimentício poderá cortar a fim de construir a fortaleza contra a cidade que te declara a guerra".

Esta lei é explicada no "Livro da Educação" – Sêfer Hachinuch (do Século de Ouro Sefaradí) do Arón Levi de Barcelona: "esta norma inculca em nosso coração o amor pelo bom e o benéfico, assim tal amor se transforma em parte de nosso ser, e nos afastamos do mau e do destrutivo. O piedoso ama a paz e se regozija no bem-estar do próximo para que não seja destruída nem sequer uma semente de mostarda".

Outra instituição ecológica do Israel é o Keren Kayemet, que planta cada ano mais de dois mil hectares de novos bosques e construiu mais de uma centena de parques de recreação e mais de vinte florestais.

Conhecer o planeta é uma das melhores formas de exercer nossa capacidade de amor. Assim o entendeu um dos grandes professores do Chasídismo, quem estava acostumado a pronunciar a seguinte prece: "Senhor do Universo, me outorgue a possibilidade de estar sozinho para me fazer do hábito de sair cada dia à natureza, entre árvores e pastos, entre o que cresce e floresce, para expressar ali tudo o que dita meu coração, para que a folhagem, as árvores, o novelo, despertem com minha chegada e enviem o poder de sua vida a minha prece, para que minha oração seja um tudo, por meio de todas as coisas que crescem, que são como uma por sua fonte transcendente".

Um método judaico a nosso alcance a fim de intimar com a natureza, é o calendário hebreu. As três Festas de Peregrinação (Pêssach -Páscoa, Shavuot -Pentecostes, e Sucot -Tabernáculos) são respectivamente da semeia, a colheita e a recolher. Adiciona-se a singular Seu Bishvat, que marca o começo da separação dos dízimos da fruta (já que a maior parte das chuvas caem no Israel antes dessa data) e por isso é Ano Novo dos Mastreie, seu aniversário.

Um relato talmúdico do Rabino Eleazar compara a criação do mundo com a de um rei que criou um palácio em um depósito de lixo. Nossa missão é em efeito converter nossa casa em um lugar agradável e prazenteiro. Esse seria o melhor louvor ao Criador, posto que já o diz o salmo: "Iehalelú Hashamaim vehamaim...", Elogiarão-o os céus e as águas. Limpos os uns, cristalinas as outras.

* Autor de Custódia sobre quatro mil anos – Ecologia e Judaísmo, Premio Keren Kayemet 1990.

terça-feira, 5 de abril de 2011

Violino nas Costas, encruzilhadas históricas do Povo Judeu.

O violino, um invento sefaradí

violinista Chagall

O Dr. Gustavo Perednik, autor do livro “Violino nas Costas” (Em espanhol : Violín a Cuestas. Editora: Universidade ORT do Uruguai)explica o vínculo dos judeus com o instrumento musical por excelência.

Em recente artigo publicado no jornal El País, de Madrid (“El malestar español”, de 22/7/2009), Basilio Balltasar pergunta-se: “ Por que somos a sociedade menos competitiva da Europa?”. E chega à seguinte conclusão: a Espanha tem sido o único país sem judeus. O infeliz acontecimento da expulsão nos privou, no crucial instante do renascimento europeu, de uma força que se revelaria decisiva no processo de reinvenção próprio da modernidade. Uma comunidade inclinada, por necessidade e vocação, a impugnar os ditados da tirania.

A opinião de Baltasar parece ser revalidada por uma tese acadêmica que vem se difundindo há duas décadas, segundo a qual uma das grandes conquistas que a Espanha teria perdido devido à infeliz ocorrência foi o violino.

A provável invenção deste instrumento por parte de judeus sefaraditas começou a investigar-se lá em 1983, quando Roger Prior, da Universidade de Belfast, recolheu um dado sugestivo: um instrumento antecessor do violino, a viola da gamba (pernaem italiano), foi inventado na Espanha, antes da expulsão e, apenas consumada esta, o instrumento apareceu na Itália para converter-se rapidamente no violino.

Em outras palavras, o violino se originou na Itália, quando aqui se assentaram os expulsos da Espanha e, apesar de suas raízes espanholas, toda a referência ao instrumento durante o século 16 foi somente italiana. Com a viola da gamba teria acontecido o mesmo que ocorreu com os expulsados.

Ao rastrear esse itinerário entre Espanha e Itália, Prior chegou à conclusão de que os principais violagambistas haviam sido judeus expulsos que, uma vez assentados na Itália, criaram o violino.

Durante suas pesquisas, Prior se dedicou aos detalhes históricos eloquentes: um referente à família Amati de Cremona, e o outro vinculado a dois infelizes músicos criptojudeus em Londres, chamados Moyses e Almaliah respectivamente.

Os Amati foram célebres luthiers: o pai Andrea (1520-1578) estabeleceu a forma do violino moderno; sua obra foi perpetuada por seus dois filhos e levada à perfeição por seu neto Nicolo, que fora professor* de Andrea Gurarnieri e Antonio Stradivari (1644-1737). Segundo Prior, o nome original dos Amati era Haviv (“amado” em hebraico e eventualmente italianizado).

Quanto aos misteriosos Moyses e Alamaliah, a história começa com a coroação, em 1509, de Enrique VIII, que decidiu enaltecer a corte inglesa importando para Londres músicos italianos. Em 1540, um grupo de violagambistas se apresentou em seu palácio.

Um ano depois, a fim de congraçar-se com Carlos V, Enrique VIII mandou prender alguns homens denunciados como observantes clandestinos do judaísmo, prática proibida também na Inglaterra. Os criptojudeus detidos eram de famílias expulsas da Espanha e procediam de Milão, precisamente de onde haviam imigrado os violamgambistas.

A intuição de Prior de associar os criptojudeus aos violagambistas importados veio a se confirmar em uma das numerosas cartas que escrevera Eustace Chapuys, em Londres, como embaixador de Carlos V para defender a tia do imperador, Catarina de Aragão, ante seu marido Enrique VIII1.

Em 1542, Chapuys, que havia elogiado as prisões, referiu-se assim aos judeus aprisionados: “Mesmo que cantem muito bem, não poderão escapar voando de suas jaulas sem deixar algumas de suas plumas”.

Esses “pássaros”, os violagambistas da corte de Enrique VIII, foram finalmente liberados, menos os que morreram na prisão: John Anthony e Romano de Milão, cujos nomes originais figuram como Anthoni Moyses e Ambrosius Deolmaleyex (provavelmente um derivado de “Almaliah”).

Os músicos haviam mudado os nomes hebraicos, mas quando foram acusados de judaizantes já não havia muito para ocultar e decidiram na prisão recuperar sua identidade.

Roger Prior descobriu por acaso a interessante informação quando investigava a identidade da “dama escura” que aparece nos últimos 25 sonetos de Shakespeare (1609) – os mais eróticos de sua coleção de 154.

Há quem sustente que a “dama escura” era um personagem de ficção, ainda que a maioria dos historiadores tenda a identificá-la com pessoas reais como Mary Fitton, Elizabeth Wriothesley ou Emília Bassano. Esta última foi esposa do músico Alfonso Lanier e autora de uma coletânea de poemas intitulada Salve Dios al Rey de los Judíos (1611). Se ela fosse de fato a “dama escura” de Shakespeare (como defende os historiador Alfred Rowse), o fato poderia explicar sua origem espanhola.

Quando Prior explorou a biografia de Bassano, notou que Shakespeare quando a mencionava referia-se a uma hebreia. Adicionalmente, descobriu que vários membros da família Bassano pertenciam à orquestra de câmara da corte de Enrique VIII. Prior foi autor do livro “Los Bassanos: Músicos Vecianos y Hacedores de Instrumentos em Inglaterra - 1531-1665”, no qual incluiu um capítulo sobre Emília Bassano, identificada como a “dama escura”.

Sua tese sobre a gênese do violino voltou à tona há alguns meses (20/8/2009), no jornal Israelí Jerusalem Post, em artigo no qual é relatada a revelação de Prior que foi amplamente apresentada em um simpósio sobre violino que ocorreu em maio passado, no centenário da Escola Juilliard de Nova Iorque – o centro mais prestigioso em artes essênicas. Durante o congresso, a violinista barroca inglesa Monica Huggett – que dirige o programa artístico da Juilliard – salientou em sua exposição: “O violino não parece ser de origem italiana senão judia”.

*Na época, utilizava-se o termo “maestro” .

Um idílio de meio milênio

O vínculo dos judeus com o violino se estendeu ao longo dos séculos. Em 1660, nasceu em Mantua a primeira grande escola de violinistas sob a direção de Salamone Rossi, cujas obras têm perdurado. Começou com umas 20 canções (1589), e em 1623 publicou uma coleção de liturgia judaica no estilo barroco, cujo título parafraseia um livro bíblico (Os Cânticos de Salomão).

A irmã de Rossi era cantora de ópera; ele, durante quatro décadas, serviu na corte de Mantua contratado pelo duque Vincenzo com o fim de entreter os hóspedes. Aí ele foi violinista da duquesa Isabella D’Este Gonzaga .

domingo, 3 de abril de 2011

Conhecendo A Judeofobia - 2ª Parte

 A Judeofobia 

JUSTIFICATIVA DO TERMO

 2ª Parte


            O sacerdote Edward Flannery revela que seu interesse pelo tema do ódio antijudaico nasceu quando descobriu um abismo que separa judeus e cristãos. "Como é possível – pergunta-se Edward Flannery  que o judeu, acabrunhado pela consciência da secular opressão que tem sofrido no mundo cristão, fale em igualdade de condições com o cristão, que está sinceramente convencido de que seu interlocutor outorga demasiada importância às perseguições?"[1]
         Tentamos aqui estender uma ponte sobre este abismo, permitindo a mais pessoas conhecer páginas muito obscuras da experiência humana e curiosamente pouco investigadas. Até 1879, esta forma tão peculiar de ódio nem sequer tinha nome. Neste mesmo ano, Wilhelm Marr cunhou o termo antissemitismo, com o qual se propôs neutralizar a conotação religiosa que poderia existir em antijudeu. O panfleto de Marr[2] advertia sobre o perigo da influência dos judeus na Alemanha e era um modo de exortar a desembaraçar-se deles com total independência das inclinações religiosas que os judeus pudessem exibir. Para os efeitos desta introdução, o importante é que a palavra que Marr elegeu tem vários defeitos.
         Em princípio, não há "semitas". Poder-se-ia aplicar a palavra em Paleologia ou em Antropologia. Pode-se falar de línguas semíticas, aquelas que se falavam no Oriente Médio antigo e das mesmas que hoje formam o hebreu, o árabe e o aramaico. Quem chamou essas línguas de semitas foi Arthur Schlözer, em 1781, baseando-se na classificação de idiomas que faz o décimo capítulo do livro de Gênesis. Portanto, houve grupos semitas na remota antiguidade. Mas supor que um judeu da Holanda, um do Iêmen e um da Etiópia pertençam à mesma "raça semita" junto com um árabe de Marrocos ou da Síria é, a todas as luzes, um absurdo. Em segundo lugar e mais importante ainda: pessoas contrárias aos semitas não apenas não existem, senão que jamais existiram. Nunca se criaram partidos, publicações ou ideias que combatessem aos "semitas". E mais, a palavra se presta a confusões, nas quais incorrem frequentemente representantes árabes. Em março de 1997, o chanceler egípcio Amer Musa respondeu a uma acusação perguntando: "Como vamos ser antissemitas se nós somos semitas?". O lamentável é que o termo cunhado pelo judeófobo Marr difundiu-se por toda a parte, ainda quando, três anos depois, um dos precursores do pensamento nacional judaico moderno, León Pinsker[3], sugeriu a palavra mais apropriada, judeufobia, para caracterizar o ódio em relação aos judeus. Judeufobia é mais precisa porque um novo prefixo assinala o verdadeiro destinatário desta aversão, o judeu, e no sufixo alude a seu caráter irracional. É certo que em psicologia fobia também responde a sua origem grega medo. Fala-se de ailurofobia (medo de gatos), nictofobia (medo da noite) ou claustrofobia (medo de lugares fechados). Porém, em ciências sociais, tem uma conotação mais próxima a ódio e não a temor, como em xenofobia: ódio a estrangeiros.
         A judeufobia não é uma forma de xenofobia, uma vez que os judeus não são estrangeiros nos países onde vivem. Como já dissemos, tampouco são uma raça. Adverte a respeito Jorge Luis García Venturini: "O termo racismo... resulta insuficiente e até equívoco para qualificar a judeufobia, pois o complexo mental e afetivo que a tipifica excede em muito o âmbito racial... reduzi-la a uma questão racial implica minimizá-la e até desnaturalizá-la"[4]. A judeufobia não é uma espécie de racismo. É um fenômeno singular e como tal vamos encará-lo.
         Oferecemos cinco justificativas ao termo judeufobia usado em lugar de antissemitismo. Estas incluem motivos históricos, semânticos e lógicos. Para o leitor que ainda não esteja convencido de qual seja a palavra mais desejável, acrescentarei um argumento a mais: o ideológico.
         O prefixo anti combinado com o sufixo ismo sugere uma opinião que vem a se opor a uma outra opinião, como em antimercantilismo, antidarwinismo ou antiliberalismo. Porém, a judeufobia não é uma ideia. Jean-Paul Sartre, em seu famoso livro sobre o tema, sugere que não permitamos ao judeófobo disfarçar seu ódio em "opinião". Na medida em que usemos antissemitismo, os judeófobos poderão adornar seus rancores com uma aura de critério racional, o que descaracteriza a irracionalidade da judeufobia.
         Muitos dos ensaios sobre o tema mencionam o fato de que o termo antissemitismo é inapropriado, mas não oferecem a alternativa que está ao seu alcance. Hyam Maccoby lamenta-se de que "seu uso tenha sido aceito tão universalmente"[5] e os poucos historiadores que optam pelo termo judeufobia não o fazem com a perseverança necessária. Entre tantos, cabe mencionar Robert Wistrich, Walter Laqueur, Edward Flannery, Zvi Yavetz, Jacob R. Marcus e Henry Weinberg[6].
         Em 1997, a Universidade de Harvard publicou o livro de Peter Schäfer sobre a atitude em relação aos judeus na antiguidade e, para a minha grata surpresa, seu título foi Judeufobia. O autor admite que no começo supôs que ele estava criando o termo. Ainda que tenha rastreado o termo até 1903 (um artigo de J. Halévy), lamentavelmente saltou o texto Auto-Emancipação de León Pinsker, que já em 1882 falava de judeufobia. A Pinsker devemos não somente a correta definição do ódio antijudeu como também uma via muito original para explicá-lo, a qual será resumida mais adiante (cap. 34).
         Yoram Hazony, em uma interessante exegese política do livro de Ester, consola-se do uso do termo antissemitismo, argumentando que embora "os judeus nunca tenham sido odiados por serem um povo semita... o fracasso de encontrar um termo mais significativo para a enfermidade vem a refletir o quão pouco a conhecemos".[7]
         Outro autor que se resigna a não encontrar solução para o problema semântico foi Samuel Sandmel, que finaliza sua introdução argumentando que em seu livro "usamos antissemitismo conscientemente, sabedores de quão errado é o termo".[i] Em nosso livro, não nos submetemos tão facilmente ao erro.
         Nossa impressão é de que a palavra antissemitismo tem prevalecido sobre a mais apropriada, judeufobia, porque ajuda a diluir a especificidade do fenômeno, como uma espécie de reação coletiva inconsciente tendente a não confrontar de modo direto e sem eufemismos uma enfermidade que envenenou por milênios o coração de milhões de seres humanos.
         Mas, quantos milhões? A pergunta foi claramente formulada por Fritz Stern em sua biografia de Bleichröder: "Tem sentido meter no mesmo saco Paul de Lagarde, que nos anos 1870 exortava ao extermínio dos judeus, e Jacob Burckhardt, que advertia que a visibilidade dos judeus os levaria ao desastre? Pode-se utilizar o mesmo termo para definir o fanático submerso em um mundo de fantasia calculada para matar e o homem que alberga uma suspeita latente em relação a seus amigos judeus e de quando em vez faz observações hostis a eles?". A resposta é que quem carrega estereótipos judeufóbicos não é necessariamente judeófobo.[8] É judeófobo quem ocasionalmente se permite uma inocente piada antijudaica? A judeufobia apresenta-se em vários níveis e o mais tênue deles, o mero preconceito nebuloso e abstrato, não é suficiente para encaixar-se na definição de "ódio".
         Ainda que o ódio contra grupos sempre existiu, o despeito contra os judeus é único. Os judeus foram odiados em sociedades pagãs, religiosas e seculares. Em bloco, foram acusados pelos nacionalistas de serem os geradores do comunismo e pelos comunistas de reger o capitalismo. Se vivem em países não judeus, são acusados de dupla lealdade; se vivem em país judeu, de serem racistas. Quando gastam dinheiro, são acusados de ostentadores; quando não o gastam, de avaros. São tachados de cosmopolitas sem raízes ou de chauvinistas empedernidos. Se se assimilam ao meio, são quinta-colunas; se não, são fechados em si mesmos.



[1] Edward H. Flannery, prefácio a sua obra Veintitrés Siglos de Antisemitismo, Editorial Paidós, Buenos Aires, pág. 13.
[2] A Vitória do Judaísmo sobre o Germanismo Considerada desde um Ponto de Vista Não Religioso. Ver Jacob Katz, Do Preconceito à Destruição, em inglês, Harvard University Press, Cambridge, 1982, pág. 260.

[3] León Pinsker, Autoemancipação, em alemão, Issleib, Berlim, 1882
[4] Jorge Luis García Venturini, Antisemitismo y Cristianismo, citado pelo autor em Reflexiones sobre la Cuestión Antisemita en la Argentina, Comentario, publicação do Instituto Judío Argentino de Cultura e Información, Buenos Aires, 1964, pág. 13.
[5] Hyan Maccoby, Antisemitismo e Antijudaísmo, em Pensamento Religioso Judaico Contemporâneo, em inglês, editado por Arthur A. Cohen e Paul Mendes Flohr, edições Charles Scribner's Sons, Nova Iorque, 1987, pág. 14
[6] Walter Laqueur o utiliza, entre outros, na página 23 de sua História do Sionismo (em inglês). Edward Flannery, ao final do primeiro capítulo de
A Angústia dos Judeus (em inglês), Paulist Press, Nova Iorque, 1985. Jacob R. Marcus, em Defesas contra o Antissemitismo (em inglês), pág. 52 de Ensaios sobre Antissemitismo, Jewish Social Studies Publication, Nova Iorque, 1946.
É notável que no Roget's Thesaurus, Penguin, 1975, pág.339, sob o título medofobia, entre as muitas fobias que são mencionadas, a única de nome inapropriado é antissemitismo (todas as demais levam o sufixo fobia).
[7] Yoram Hazoni, A Aurora, em inglês, Genesis Jerusalem Press, 1995, pág. 104.
[8] Samuel Sandmel, Antissemitismo no Novo Testamento?, em inglês, Fortress Press, Philadelphia, 1978.

  

 

Conhecendo A Judeofobia - 1ª Parte

A Judeofobia:
A visão de Moacyr Scliar
De Bendita Memória
1ª Parte

Não é uma história agradável, a que o Dr. Perednik conta. Mas é uma história que precisamos conhecer. Extinguir os preconceitos – de qualquer tipo – e curar as fobias são condições fundamentais para que o ser humano possa cumprir o preceito expresso Moacyr Scliar de Bendita Memória,
em os anais da historia da humanidade, registrado no livro dos livros, A Bíblia: Amarás a teu próximo.

Foi Médico e escritor
E membro da Academia Brasileira de Letras

        

domingo, 27 de março de 2011

A Humanidade do Xadrez

JUDAISMO E XADREZ

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Na década dos anos noventa Israel protagonizou uma revolta enxadrista ocupando o quinto posto no ranking mundial, depois da Rússia, Iugoslávia, Inglaterra e Hungria. Os grandes mestres israelenses passaram de cinco a mais de vinte, os clubes de xadrez se quintuplicaram (superando a centeia) e desde 1993 mais de cem escolas e centros comunitários abriram cursos de xadrez. Em Tel Aviv fundou-se a primeira Academia Internacional de Xadrez, que leva o nome do campeão mundial Garry Kasparov (nascido Weinstein). O fortalecimento do xadrez israelense não tem por causa somente a grande imigração russa, senão a relacionamento entre os judeus com o jogo-ciência, que supera uma mera coincidência.

O mestre internacional e campeão britânico, Coronel H. Alexander, dizia que os enxadristas poderiam se dividir em quatro grupos de talento decrescente: os judeus russos, os russos não judeus, os judeus não russos e os não russos nem judeus.

Judeus predominam entre os grandes mestres e teóricos. Além de Boleslavski, Botvinnik, Bronstein, Fine, Nimzowitzch, Reshevsky, Tal e Tartakover, foram judeus os campeões que mais tempo perduraram. Dentre eles, Emanuel Lasker, filho de um chazan e neto de um rabino, combinou o xadrez com sua carreira de filosofo e matemático, as três ciências? Tão afim. Lasker é considerado o enxadrista mais cabal de todos os tempos, e sua biografia foi prologada por Albert Einstein. O nazismo tirou sua glória, carreira e patrimônio.

Se mencionarmos também os últimos campeões como Fischer, Korchnoi ou Spassky, a desproporção de judeus entre os melhores enxadristas é notável. Entre os latino-americanos, lembremos a Júlio Kaplan e a Júlio Bolbochán.

Miguel Najdorf compartiu com George Koltanowski duas sortes: salvaram-se do Holocausto graças a suas presencias num torneio de xadrez em Buenos Aires no começo da segunda Guerra e por isso não regressaram a Europa. A outra é que ambos especializaram-se em partidas simultâneas a cegas, nas que alcançaram importantes façanhas. Uns mais lembrados nesta especialidade foi Gyula Breyer, quem obteve o recorde jogando vinte e cinco simultâneas a cegas no Torneio de Berlim em 1920. Faleceu no ano seguinte a idade de 28 anos.

Najdorf jogou quarenta e cinco partidas em 1947 e Koltanowski superou a todos em 1960 quando jogou cinqüenta e sete simultâneas a cegas, das quais ganhou cinqüenta depois de quase dez horas de jogo. Que os judeus se destaquem no xadrez não significa a existência de uma relação com o judaísmo como civilização. Porém, o xadrez requer uma forma de pensamento muito especial, tal vez similar ao que destila a tradição de Israel. Grandes mestres internacionais tiveram sólida formação talmúdica como Chajes, Aron Nimzovith e Akiva Rubinstein.

UM POUCO DE HISTORIA

O midrash exagera quando se refere ao jogo de xadrez entre o rei Salomão com seu conselheiro Benaiá Ben Iehoiadá, mas ainda não foi esclarecido quando os judeus conheceram o jogo. O investigador contemporâneo Victor Keats coincide com o máximo exegeta, Rashi (século XI) que a menção talmúdica do nardeshir (Talmud Babilônico – Tratado Ketuvot 61b) refere-se ao xadrez. Há dois eruditos que no século passado negaram essa possibilidade. Franz Delizsch concluiu que como o Talmud foi fechado no século V, e o xadrez foi transmitido pelos persas só a fim desse século, o nardeshir não se deve identificar com o xadrez. Além de isso, o pai da bibliografia judia, Moritz Stenschneider, conjetura em sua monumental obra que o primeiro judeu que recomeça o jogo, foi o filho do rabi Saul de Taberistan, depois do século IX.

O século XII parece reafirmar a relação entre judaísmo xadrez. Maimonides se refere ao jogo em seu comentário na Mishná, Iehudá Haleví o menciona ao final do livro O Cuzari, e seu amigo Abraham Ibn Ezra redige o regulamento de xadrez existente mais antigo sob o título de Haruzim. O Sefer Hachasidim recomenda o jogo no século XIII, e em 1575 os rabinos de Cremona sentenciaram que “todos os jogos são ruins e causam problemas com exceção do xadrez..”

Na modernidade, a amizade entre Moisés Mendelshon e Gotthold Lessing, quem tivera grande influencia na Emancipação judia e o iluminismo, nasceu frente ao tabuleiro de xadrez. Em 1837 redige a primeira enciclopédia sobe o jogo, um judeu francês, Aron Alexandre. Um par de anos depois, um dos novos educadores iluministas, Jacob Einchenbaum, quem era matemático, escreve um poema extenso em hebraico sobre a partida de xadrez, ao que denominou Há-kerav (a batalha). Consiste em oitenta estrofes rimadas de seis versos duo decasílabos cada uma. Essa combinação de matemático - literato - xadrecista de Einchenbaum, deu-se também em outro grande judeu como Louis Zangwill. Na pintura, o húngaro Isidor Kaufmann, quem cobrou notoriedade ao pintar a vida cotidiana no shtetl, produz um conhecido quadro no que se observa a presencia do xadrez entre os judeus ortodoxos de Galitzia. Na literatura, é bom lembrar a novela de Stefan Zweig O jogador de xadrez.

Aos judeus se devem as escolas moderna (Wilhelm Steinitz) e hipermoderna (Richard Réti) e a fundação da Chess Review dos Estados Unidos (Israel Horowitz).

Gerald Abrahams explica a proximidade entre os judeus e o xadrez com quatro hipóteses. Devido às migrações, tradição de estudo e cosmopolitismo, os judeus:

Produzem mais que outros grupos intelectuais. Amam o estudo e o aprendizagem. São muito perseverantes, e têm a habilidade para os idiomas, incluído um muito peculiar: o xadrez.

De judeufobia não esteve excetuado o xadrez. Alexandre Alekhine chegou a ser campeã mundial em Buenos Aires, título que manteve durante quase duas décadas; faleceu diante de um tabuleiro depois de dedicar-lhe toda sua vida. Não se privou de escrever uma desgraçada série de notas judeofóbicas durante o Holocausto. Nelas tipifica uma forma especial dos judeus jogarem xadrez, por contraposição ao “xadrez ariano”. O texto de Alekhine traz a memória à infâmia que em 1850 publicara Richard Wagner (O judaísmo na música) na que o gênio negava a possibilidade de cultura o de criatividade dos judeus.

Em absurdo paralelo, o russo Alekhine se propôs explicar como o modo judaico de jogar xadrez se caracteriza pelo oportunismo, por uma firme defesa e a ganância material a toda custa. Quando aconteceu o primeiro Torneio Internacional (Londres, junho de 1851) o alemão Adolf Anderssen venceu ao matemático judeu Lionel Kieseritzky, destacando-se a partida por uma beleza insuperável, valendo-lhe o nome de “La Imortal”. De acordo com o esquema de Alekhine, aquela vitória marcou o triunfo do “xadrez ariano” por sobre a sinuosidade judia que dominaria durante o século posterior.

Ao deixar de lado tais libelos, não caiamos em outro extremo que é negar toda possível relação entre o xadrez e o judaísmo.

UM POUCO DE FILOSOFIA

É lamentável que a disciplina filosófica não tenha se ocupado do jogo de xadrez, quando poderia ser matéria de estudo. Dois filósofos judeus poderiam exemplificar suas respectivas escolas com o tabuleiro de xadrez. Faço referencia a Henri Bérgson e a Salomão Maimon.

Do primeiro, seu conceito de durée traz uma visão do tempo contraposto ao tempo matemático “tudo transcorrido”, que serve de fundamento para o chamado análises post-mortem da partida enxadrista. Por enquanto Maimon, por meio de seu sistema podem os nos aproximar a pergunta de que tipos de verdades são as do xadrez. Emanuel Kant considerou a Salomão Maimon “quem melhor sua doutrina”.

Em rigor, os dois tipos de verdades kantianas, as a - priori e as a - posteriori (as que antecedem ou sucedem a experiência de nossos sentidos) não deixam lugar suficiente para um tipo especial de verdade que é a enxadrista e que têm uma notável condição.

A verdade do tabuleiro parece ser a - priori como a matemática, é dizer um conhecimento ao que podemos alcançar pelo raciocínio e sem necessidade da experiência. Porém, descobrimos que as verdades do bispo e do roque ficam vigentes somente quando a partida é conhecida em seu conjunto.

Por um lado, é possível jogar xadrez com a imaginação e sem sequer abrir os olhos e chegar a conclusões sobre suas verdades. Pelo outro, é difícil saber se uma verdade é certa até tanto não seja vista desde a perspectiva da partida já terminada. E dizer que suas verdades valem quando podem se identificar num universo de dados que a precedem. Só nesse universo concluído uma jogada pode definir-se como brilhante, medíocre o deficiente.

Digamos que nesse contexto Salomão Maimon acusou a lei de determinabilidade, por meio da qual tentou colocou as duas kantianas um terceiro tipo de verdades, uma espécie de mistura das originais.

Em tudo caso, o xadrez fascina não só desde a psicologia do jogador, os computadores e matemática, ou sua inspiração artística. Também no terreno filosófico pode atrair, e um dos poços investigadores que se ocupou desta questão é José Bernadete da Universidade de Syracuse.

UM POUCO DE TALMUD 

Há sete dimensões paralelas entre o estudo talmúdico, característico da mentalidade judaica e o do xadrez. Estas são: a indispensabilidade do estudo, a memória, a compreensão visual, a centralidade da lei rígida, a importância do debate, a necessidade da atrevida inteligência, e um pensamento antiautoritario e original.

Tal vez a partir dessas similitudes, analisadas uma por uma, poderíamos entender melhor por que os judeus tiveram e têm uma presencia tão notável no xadrez.

Os dois conceitos talmúdicos do Sinai (erudito) frente à Oker Harim (perspicaz) têm aplicação nas escolas de xadrez. Dos judeus poderiam encarná-las, como o dogmático Tarrasch frente ao flexível Lasker. Enquanto o primeiro irradiava conhecimentos, o último irradiava sabedoria.

Em soma, a fundação da academia de xadrez deve ser recebida com jubilo, sobre tudo porque sua criação se produz em Israel, um pais que deveria entender-se como seu marco natural. E aventuremos-nos que seu programa de estudos, além da aventura do tabuleiro em si, abarcara muitas disciplinas auxiliares. Junto com a matemática e a filosofia, fazemos votos para não faltar à página do Talmud.

Autor: Dr. Gustavo D. Perednik